Con una señal de continuidad pero también de recambio, la Confederación General del Trabajo (CGT) eligió a su nueva conducción en un congreso que reunió a más de 1.600 delegados. El liderazgo recaerá en un triunvirato integrado por Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Sola (Seguro) y Cristian Jerónimo (Empleados del Vidrio), quienes encabezarán la central obrera hasta 2029. La gestión estará atravesada por la negociación con el Gobierno nacional en torno a una eventual reforma laboral, uno de los ejes más sensibles del próximo período.
La votación consagró a la nueva cúpula con 1.604 sufragios, aunque participaron unos 500 congresales menos de los inscriptos. Tras la proclamación, Argüello marcó el tono del nuevo ciclo:
“Nos vino una tarea muy difícil, pero sabemos que con los trabajadores no se jode. Estamos unidos para enfrentar cualquier intento de quitar derechos conquistados con lucha”, sostuvo.
Jerónimo reforzó la línea discursiva al advertir que “no se retrocederá un solo paso en las conquistas del movimiento obrero argentino”, mientras Sola planteó una mirada más abierta al cambio tecnológico:
“Sabemos que el mundo del trabajo ha cambiado y que las actualizaciones con la tecnología y la robótica son necesarias, pero los convenios colectivos son la herramienta para modernizar las relaciones laborales”.
El flamante dirigente también apuntó contra los sectores que buscan debilitar la estructura gremial:
“Hay un sector de la política que pretende que se atomice el movimiento obrero. El crecimiento de este país se hizo con los derechos de los trabajadores. No somos adversarios, somos socios estratégicos del desarrollo”.
El cierre del congreso, coronado con la marcha peronista, buscó transmitir unidad tras una jornada de fuertes tensiones internas. La alianza entre los Gordos, los independientes, el moyanismo y el sector que responde a Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) consolidó la conducción y dejó fuera del eje central al sindicalismo kirchnerista y al espacio liderado por Luis Barrionuevo, que junto con la UTA y La Fraternidad había promovido la elección de un único secretario general.
La continuidad del triunvirato fue avalada por una amplia mayoría, luego de una reunión clave en la sede de la UOCRA donde participaron dirigentes de peso como Héctor Daer, Armando Cavalieri, Hugo Moyano, Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y el propio Sasia.
Barrionuevo y Roberto Fernández (UTA) debían decidir entre aceptar los cargos ofrecidos o romper con la central. Finalmente, los colectiveros se apartaron de la CGT, mientras que el sector gastronómico y La Fraternidad optaron por permanecer, aunque con reparos.
El nuevo esquema también implicó reacomodamientos internos. Los gremialistas cercanos al kirchnerismo aceptaron lugares en la estructura, pero delegaron su ocupación a representantes de segunda línea como forma de expresar disconformidad por decisiones “inconsultas”. Así, Abel Furlán (UOM) nombró a Osvaldo Lobato en la Secretaría Gremial, y Sergio Palazzo (Bancarios) designó a Rosa del Carmen Sorsaburu en la Secretaría Administrativa.
Entre los movimientos más destacados figuran Héctor Daer, que pasará a la Secretaría de Interior; Horacio Arreceygor (SATSAID), que ocupará Prensa; y la continuidad de Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Sergio Romero en cargos estratégicos.
Aunque la nueva conducción mantiene la impronta tradicional de la central, se destacan signos de recambio generacional y la incorporación de dirigentes emergentes como Sola y Jerónimo. La representación femenina, sin embargo, volvió a quedar relegada: la candidata al triunvirato, Maia Volcovinsky, continuará en la Secretaría de Derechos Humanos, mientras que Marina Jaureguiberry fue designada al frente de Ciencia y Técnica, único ascenso femenino en el Consejo Directivo.
Con esta estructura, la CGT se prepara para un nuevo ciclo de negociación con el Gobierno, donde el eje estará puesto en la reforma laboral, el debate por la modernización de los convenios y la defensa del modelo sindical argentino.
